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domingo, 28 de agosto de 2016

Cuando la sed esté muerta



Por eso los clamores, ¿sabes?
por eso estos ojos cubiertos de porfía 
sangre al buscarte en mementos,
lágrimas tras lotananza 
que busca el remanso en tu cabello.

Por eso los fantasmas y por eso las miradas ausentes.


Por eso las noches son voces serena,

y los árboles gritan lancinaciones.
Por eso sonríes en todos los pétalos
y en tu boca se convierten todas las flores,
por eso la poesía imita tus ojos,
por eso busco en las malvas, porque te extraño.

Por eso fantasmas, por eso cierro los ojos, grises espejismos.


Por eso corro y me detengo,

hasta abrazar nada,
por eso nada, de tus ojos,
nada de las flores,
por eso nada, del corazón,
nada del pavimento,
por eso caigo y araño las poesías,
por nada de las flores,
o todo el silencio.
o todo el corazón.

Por eso fantasmas y  en los ojos callados besos.


Por haber nacido corolas,

hado de natura crece en crisol
de mi  implante de pecho,
por eso, solo por eso,
por habitar un fútil cuerpo,
por hacer de mi carne la lluvia
y de mi alma luceros brillan los alisos.
En mis labios existen las lunas
cuando tu silueta miro y no estás en ella,
fragancia de prestezas llega al funesto desierto
y crece en mí, solo una rosa.

Por eso busco en la tierra y abrazo al fantasma y abrazo la noche.


Por eso los poemas acompasados de blancos velos,

destraidos de noche y de día.
Por eso este espacio irrestricto:
mi hálito propala embelesos
y habitas y en ti creo.

Por eso te creo  fantasma, 

para mirarte  solo cuando mi cuerpo cuelgue,
para hacer de tu ausencia una boca
y beses mi alma solo cuando la sed esté muerta.

-Miguel V. González










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